El rol del profesional frente a la sobreinformación

¿cómo filtrar lo que consumimos?
Una de las consecuencias de estar constantemente conectados a las redes sociales es la exposición continua a grandes volúmenes de información. Esto afecta también a los profesionales de la salud, quienes reciben a diario datos, estudios, opiniones y recomendaciones desde múltiples fuentes.
Como en cualquier campo, esta información puede ser verídica y basada en evidencia, pero también puede carecer de fundamento o estar distorsionada. Por eso, hoy más que nunca, es fundamental aplicar el pensamiento crítico.
Claves para navegar la información con criterio:
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Verificar siempre la fuente: Antes de compartir o aplicar cualquier contenido, es esencial confirmar su origen y si proviene de una fuente confiable, científica y actualizada.
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Evitar la difusión de datos no comprobados: Compartir información falsa puede tener consecuencias graves.
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Mantenerse actualizado: Participar en cursos, congresos y leer publicaciones especializadas permite acceder a contenido confiable y con respaldo académico.
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Identificar líderes de opinión con base científica: Es importante seguir a referentes que se apoyan en la evidencia y no en modas o percepciones personales. Sus argumentos deben estar respaldados por estudios y buenas prácticas clínicas.
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Cuestiona modas y tendencias sin base:
La salud no se rige por tendencias virales, sino por evidencia y ética.
Evita aplicar técnicas, productos o tratamientos solo porque están “de moda”. Valora primero si:
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Tienen estudios clínicos de calidad.
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Han sido validados por organismos regulatorios.
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Se aplican dentro de protocolos reconocidos.
Conclusión: información con criterio, salud con base científica
En tiempos donde la información circula libremente y sin filtros, el profesional de la salud debe actuar como un guardián del conocimiento responsable. La combinación de formación sólida, pensamiento crítico y ética profesional es la mejor defensa contra la desinformación.
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En la era digital, donde la inmediatez domina y cualquier persona puede emitir una opinión, la responsabilidad del profesional de la salud es filtrar, analizar y validar. El acceso a la información nunca había sido tan fácil, pero la capacidad de discernir entre lo cierto y lo falso se vuelve ahora una competencia indispensable.